UNA COSA TE FALTA
Conocemos el Evangelio de hoy como el del “joven
rico” sin embargo el texto no habla de juventud, nos dice que se le acercó
“uno” así, en anónimo; otro evangelista, S. Lucas, precisa un poco más: “uno de
los principales” pero sigue el anonimato. Nos lo imaginamos joven quizá por
aquello de que se “acercó corriendo” y
por su ímpetu generoso.
Anónimo pero singular, concreto, personalizado.
Cualquiera de nosotros podemos ser ese “uno”. Todos los que estamos aquí somos honestos y procuramos cumplir los
mandamientos al igual que el personaje del evangelio y como él, hemos sentido
la atracción de Jesús y en algún momento nos ha conmovido su mirada cariñosa.
Cariñosa pero exigente “todavía te falta una cosa”
te falta algo más y no vale la excusa de “no soy rico” “Lo que tengo, lo que
consigo, lo necesito para sobrevivir”. Todos somos ricos, todos tenemos nuestro
tesoro, algo a lo que nos aferramos y no queremos soltar.
Los mandamientos son generales, exigen a todos lo
mismo: No matar, no robar, cuidar de los nuestros… pero la mirada cariñosa y a
la vez exigente de Jesús sobre ese “uno” que soy yo, me pide, me exige algo
íntimo y personal, me pide soltar, vender, lo que constituye mi riqueza, mi
fortuna y que puede ser-cada uno lo sabemos- esa “dignidad” a la que no puedo
renunciar perdonando y siendo el primero en pedir perdón, dejándome “chafar” pareciendo tonto por hacer el bien.
No puedo ver menoscabar mi “personalidad” haciéndome
el servidor de todos.
No puedo renunciar a esa adición que, cuanto menos,
me roba un tiempo que debería aprovechar.
“No puedo”, Jesús lo sabe bien por eso advierte que
“le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja…”
Pero no vacilemos, no frunzamos el ceño como el rico
del evangelio, no abandonemos el empeño lo que “para los hombres es imposible
es posible para Dios”
Sor Aurea
Dom.28 TO ciclo B
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