¿QUIÉN
ES ESTE…?
El
texto evangélico de hoy trae a nuestra reflexión diversos temas pero todos con
un nexo común:
Conocer la identidad de Jesús.
“¿Quién
es este, a quien hasta el viento y el
mar le obedecen?”
¿Quién
es este que parece dormido, despreocupado pero que nos conmina a pasar con él a
la otra orilla? Quién es este que nos increpa: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Pasar a la otra orilla trae dificultades que hay
que afrontar. Pasar a la otra orilla significa salir de lo convencionalmente
común en una sociedad en crisis de valores, hostil a lo religioso y que ya no
tiene a Dios como referente. Una sociedad en la que las religiones son percibidas
como una amenaza al identificarlas con peligrosos fanatismos o con pesados
fardos sobre los hombros.
Pasar a la otra orilla es sabernos solos en un
territorio para el que resultamos extraños, en el que podemos zozobrar y
sentirnos acomplejados. Son nuestras timideces, nuestros miedos al ridículo.
También el profeta Jeremías se sentía “el
hazmerreír de la gente” (Jer.20,7 )
Pero Jesús nos
conmina “¿Por qué tenéis miedo?” Con asombro y perplejidad nos
cuestionamos ¿Quién es este que nos seduce, que amansa nuestros desasosiegos?
¿Quién
es este que se hace compañero en la travesía de nuestra
propia vida? Que ordena: “¡Pasemos a la otra orilla!” Que dice:
“Pasemos” es decir que no nos deja solos, nos custodia. “Yo estaré con vosotros todos los días” (Mateo 28,20)
“¿Quién
dice la gente que soy yo? ¿Quién decís
vosotros que soy yo? (Mateo
16, 13-19)
La identidad de
Jesús está en juego. La nuestra también pues
depende de las respuestas que demos. ¿Somos verdaderos cristianos?
¿Somos auténticos seguidores de Jesús? Respondemos con nuestro ser y
obrar. Con nuestro comportamiento manifestamos quién es El. Manifestamos qué es ser cristiano.
Pasemos a la otra
orilla para testimoniar, sin miedo, con valentía pero sobre todo con nuestra
actitud y nuestro vivir, quién es el
Señor. Descubrir a quienes no la conocen o llenos de prejuicios ignoran o
rechazan, la verdadera identidad de Jesús. Mostrar que su yugo es suave y su
carga ligera. (Mateo 11,
28-30)
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