sábado, 21 de noviembre de 2015


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Fiesta Todos los santos 2015
La liturgia nos trae hoy un texto revulsivo lo que nos dice, lo que nos pide no es lo habitual, no es lo que cotidianamente escuchamos, ni el ambiente en el que nos movemos existimos y somos. Es otra cosa, nos indica otro modo de vivir y nos da otros criterios para la búsqueda  que todos, de una manera o de otra realizamos, la búsqueda de la felicidad.
Habitualmente escuchamos “bienaventuranzas”, consejos que, de seguirlos, aseguran que nos harán felices: serás feliz si juegas si compras el cupón “porque no tenemos sueños baratos”. Serás feliz si optas por una determinada  marca de coche,  de colchón o de nevera. Eres feliz si consigues pagar la hipoteca sin sobresaltos, si adquieres la última generación de móvil. Una felicidad basada en un golpe de suerte, en tener cosas, en tener prestigio, en tener un buen desahogo económico. En tener, tener, tener…
Pero Jesús da la vuelta a la tortilla. Su Reino no es de este mundo por tanto no se rige por esos criterios. La felicidad que propone Jesús no la da el tener  sino  el ser.                                                                                                              
Alguien (1) revolucionó el pensamiento moderno con el empeño de invertir valores y subvertir conciencias pero el verdadero subversivo fue Jesús. Con sus Bienaventuranzas cambió los criterios de felicidad  y  revolucionó nuestra mente. La felicidad ya no es adquirir, poseer,  la felicidad consiste en ser. Ser misericordioso, ser limpio de corazón, ser  trabajador por la paz, ser justo, ser manso incluso ser perseguido o el hazmerreír, menospreciado por ser creyente y seguidor de Jesús.
Pero hay más, en el mensaje de Las bienaventuranzas encontramos otro aspecto. Jesús habla del pobre, del que llora, del que sufre, del que, en definitiva, tiene limitaciones y por tanto habla de nosotros, de cada uno porque todos somos menesterosos, lloramos, nos sentimos inhábiles para el Reino y sin embargo escuchamos de Jesús que su Reino es el nuestro. En su reino caben todos,  todos caben
                                                           Sor Áurea


(1)   Nietzsche

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